lunes, 21 de febrero de 2011


Las bodas… miedos y efectos que causan en sus invitados

La boda y el año nuevo chino…

Después de que nos enteramos del compromiso de Julieta, no se paro de hablar de ello en toda la semana, y mas cuando de sorpresa una de las amigas de mi prima, Marta decide de la noche a la mañana casarse ese fin de semana y gastar todos los ahorros que ha guardado por años en ese evento.

Así que por obvias razones todos estábamos invitados, para esa boda exprés, Megan y Julieta se tomaron el día fue para escoger que colocarse, Carlos para hablarme de que la mejor forma de ligar era en una boda, debido a que las demás personas como no se casaban, sufrían de depresión envidio-bodas… una rara enfermedad que puede ser positiva y negativa a la vez, que crea sensaciones de desesperación en las personas que quieren casarse y no encuentran con quien, así como la canción… del “arroz con leche”. Mientras yo me encontraba con alguien de mi pasado, Mari mi amor de la infancia hace dos años debió irse a terminar sus estudios en el extranjero, y jamás pensé encontrármela en el Sambil pues el encargado de comprar el regalo era yo. Al verla una sonrisa invadió mi rostro y me conto que estaba solo una temporada para ponerse al día con algunas cosas familiares que dejaron pendiente.

Y por mas que caminamos el centro comercial, terminamos comprando lo menos original posible una licuadora (símbolo mitológico e histórico del matrimonio… comparable con la plancha y el típico jueguito de hoyas que se compra en las ferias colombianas). Con Mari solo intercambie los números, y luego nos despedimos con nostalgia… para después esperar a Carlos con las chicas y terminar de llegar al club donde seria la boda, el lugar estaba apresuradamente decorado, y rodeados de un montón de personas que no conocíamos. Julieta no dejaba de verse el anillo y repetirse que no estaba lista para realizar esa hazaña, Megan estaba frustrada por ser una de las pocas de sus amigas que quedaban sin casarse y Carlos trato toda la noche de aprovechar la depresión de mi prima, pero sin mucho éxito… mientras yo empezaba a textiar con Mari y trataba de convencerla de volvernos a encontrar. Mientras todos veían los fuegos artificiales del año chino que era notable desde el balcón del club, yo solo veía el reflejo en los mensajes que enviaba sin parar.

Cuando vamos a una boda hay muchas cosas que pensamos, en metas, pasado, amores que terminaron mal y lo que pudo ser y jamás sucedió. Y vienen los miedos post –invitación a un matrimonio.

Abuelafobia: miedo a esos consejos incómodos de las abuelas, madres, y señoras imprudentes, que no paran de preguntar sobre tu edad, la madurez y un futuro que quizás no llegue.

Anilfobia: miedo a pensar que si se ponen los anillos a los dedos, automáticamente todo se va a la mierda, ya no es como antes, es mas aburrido, que si la rutina, que no me presta atención… bla, bla, bla y todo el montón de excusas tontas que usan las personas casadas para discutir.

Amarrafobia: miedo a quedarse estancado con una persona, que ni te va ni te viene solo por no estar solo

Comprofobia: el miedo que les da a las personas a tener un noviazgo, mucho menos un compromiso y jamás pero jamás piensan en el matrimonio. Aunque sus compromisos no pasan de arrejunte, peor es nada y amigos con derechos… digamos que quieren ser independientes pero a la final si no resuelven este problema van a estar más solos que la una.

Santofobia: miedo a quedarse para vestir santos ya que por estar un tiempo solteros, se ven en un futuro dándoselas de místico y que hasta conversando con la virgen, pues no les queda otra que hablarse a ellos mismos.

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